Una vez hubo un amor sincero frente a mí, pero no lo aprecié. Solo me arrepentí cuando lo perdí. Lo más doloroso del mundo es esto. Si Dios pudiera darme la oportunidad de empezar de nuevo, le diría tres palabras a esa niña: “Te amo”. Si tuviera que ponerle un límite de tiempo a este amor, espero que fuera diez mil años.