Oh Tierra, Madre Gaia, te lo confieso en nombre de la humanidad. Extraemos tu petróleo, que es tu sangre, extraemos tu carbón para destruir tu piel y talamos bosques, que son tus pulmones. El gas venenoso del agua se descarga casualmente y te torturamos todos los días, pero todavía nos llevas niños poco filiales. Te lo agradezco y lo lamento. . . .