Existe una rama de la ciencia del lenguaje que estudia los nombres personales, llamada antroponimología (del griego "ahtpohoc" - "persona" y "OHyma" - "nombre"). Muchos académicos han investigado y desarrollado esta área temática. Porque el nombre del individuo refleja la historia de la nación, su vida diaria y su sistema social. Los científicos a menudo encuentran cosas extrañas cuando estudian manuscritos antiguos, documentos eclesiásticos, certificados de matrimonio y otros documentos del pasado.
Por ejemplo, en la Rusia del siglo XVII, además de los nombres dados en el bautismo, la gente también tenía apodos, y los apodos se usaban más comúnmente que los nombres. Los apodos son un fenómeno complejo. Las raíces de muchos apodos se remontan a nombres eslavos precristianos: Zhdan, Bek, Dobrynya, Volk, Krasava, Mirava. Cuesta creer que en documentos oficiales de los siglos XV al XVII se puedan ver nombres con las palabras "tonto" y "cansado". Los científicos explicaron que esto se debía a la superstición de la gente de aquella época. Estos nombres se dan para engañar al "diablo".
Ya en el siglo XIX, los estudiantes de secundaria se devanaban los sesos ante una pregunta en las clases de historia: ¿Cuál era el apellido de Iván IV, conocido como Vasilievich por el zar ruso? Los estudiantes de secundaria negligentes creían que su apellido era Grozny. De hecho, Iván IV de la dinastía Rurik no tenía apellido. "Emperador del Trueno" no es un apellido, sino el apodo de Iván IV. El apodo proviene del carácter del zar.
En tiempos más lejanos, los antiguos egipcios creían que los nombres eran reflejos simbólicos del alma. Los residentes a lo largo del Nilo creían que un nombre podía tener un gran impacto en su dueño e influir en su destino. Los científicos utilizan esto para explicar la costumbre egipcia de dar dos nombres a las personas. Uno es un "apodo" que se utiliza en la vida diaria. El segundo es el "gran nombre", que se mantiene en secreto para los forasteros. Los antiguos romanos también creían que un nombre contenía la clave del destino de su propietario. Escribir el nombre de una persona al revés se considera una forma de magia que puede cambiar el destino de una persona.
¿Existe realmente una conexión entre el nombre, el carácter y el destino de una persona? Desentrañar esta correlación requiere mucho trabajo. Es necesario recopilar y comparar miles o incluso decenas de miles de datos sobre la vida de personas con el mismo nombre. Pero ahora se sabe que los nombres, por ejemplo, pueden afectar el sistema nervioso y la salud de sus dueños. En el Reino Unido, los científicos llegaron a una conclusión interesante basándose en estadísticas médicas, es decir, datos agregados. Resulta que las personas cuya primera letra del nombre se encuentra en el tercio inferior del alfabeto tienen el doble de probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Las estadísticas de científicos de la Universidad de Chicago han descubierto que las personas que reciben nombres extraños y especiales de sus padres sufrirán en mayor medida trastornos neurológicos y psicológicos. Por ejemplo, un par de padres de Nueva Orleans llamaron a sus tres hijas Mu, Boo y Gu. Los niños se burlan constantemente de sus compañeros y, a menudo, son intimidados, lo que afecta su carácter y los vuelve amargados y tercos.
Como todos sabemos, las diferentes músicas (la sinfonía y la música ligera) tienen diferentes efectos en las personas. Algunos especulan que el nombre de un individuo también puede tener un impacto diferente en las personas. De hecho, nadie ha explicado todavía lo que está pasando. Lo que tienen los científicos es evidencia indirecta de que ciertas personas están vinculadas a sus nombres, pero están lejos de llegar a conclusiones con base científica.