Debido a que el avión viaja a la misma velocidad que la bala, el piloto puede atrapar la bala.
Esto se debe a que una bala no siempre vuela a una velocidad inicial de 800 a 900 metros por segundo. Debido a la fuerza del aire, esta velocidad disminuye gradualmente, y la velocidad al final de su recorrido (antes de caer) es de sólo 40 metros por segundo. Esta velocidad también la pueden alcanzar los aviones normales. Por tanto, es muy posible encontrarnos con una situación en la que el avión y la bala tengan la misma dirección y velocidad. Bueno, para el piloto, esta bala equivale a estar estacionaria o moverse solo ligeramente. Entonces no hay dificultad para atraparla, especialmente si el piloto lleva guantes, porque la bala que atraviesa el aire genera una temperatura elevada de casi 100 grados centígrados cuando roza el aire.