En el cuadro, Cézanne utilizó telas florales de colores como fondo y pintó más de 20 manzanas y naranjas en un plato o esparcidas. La disposición de estas frutas y objetos puede parecer descuidada, pero tras una inspección más cercana se puede ver que están cuidadosamente diseñados. La configuración del fondo de tela floral crea una transición continua de escenas, ganando espacio alrededor de los objetos y dándoles un soplo de luz.
La sensación de volumen y textura del objeto se ve realzada por el temblor reflejado de la luz. Sobre el fondo marrón oscuro destacan claramente frutas rojas y amarillas, servilletas blancas y platos de frutas. Para crear una composición equilibrada, estudiar la disposición de todos los objetos sobre la mesa y evitar que todo se bloquee, Cézanne rompió el método tradicional de perspectiva de enfoque y aplicó a esta imagen la perspectiva de cabeza arriba y de arriba hacia abajo. aparentemente dispersos. Los frutos están conectados a través de la servilleta en una unidad orgánica.
En el centro del cuadro, Cezanne colocó deliberadamente la manzana más grande. Es el núcleo del cuadro y el foco de la vista del espectador. Cada objeto en la pintura parece sólido y pesado, y esas manzanas rojas parecen tener un peso pesado que está a punto de caer de la pintura. Todo en esta pintura tiene su relación mutua y su significado de existencia. Cada objeto es un elemento que compone el cuadro completo. Un trazo más no es bueno, y un trazo menos tampoco es bueno. No es bueno tener una fruta más o una fruta menos en la composición. Se trata de un cuadro puramente formal creado por Cézanne y una obra maestra de visualización de su estética formalista.