En primer lugar, utilizando las capacidades y la tecnología de los astronautas, podemos reparar y mantener la nave espacial, reemplazar las piezas dañadas y garantizar la confiabilidad y seguridad de la nave espacial. Por ejemplo, después de que el transbordador espacial estadounidense Discovery entrara en el espacio en 2005, los astronautas salieron tres veces para comprobar los daños en las placas aislantes del transbordador espacial y repararlas, evitando así que se repitiera la explosión del transbordador espacial Columbia en su camino de regreso a Desastre de la Tierra.
En segundo lugar, a través de múltiples montajes por parte de astronautas, se pueden construir grandes estaciones espaciales y naves espaciales tripuladas para volar a cuerpos celestes exteriores, promoviendo la exploración y utilización del espacio. Por ejemplo, en órbita terrestre baja, después de múltiples lanzamientos, con la ayuda de astronautas, se puede ensamblar en un vehículo de alunizaje tripulado y volar a la luna para lograr el objetivo del alunizaje tripulado.
En tercer lugar, los astronautas pueden realizar diversos experimentos científicos en el espacio. Por ejemplo, mediante actividades extravehiculares, los astronautas pueden instalar dispositivos de prueba científica en la superficie exterior de la nave espacial y recuperar muestras de prueba.
En cuarto lugar, los astronautas pueden liberar o capturar satélites mediante actividades extravehiculares, ahorrando así muchos costes de lanzamiento y recuperación de satélites.
En quinto lugar, cuando se produce una anomalía en otras naves espaciales, las actividades extravehiculares de los astronautas son un método de rescate muy importante. Por ejemplo, si ocurre una situación peligrosa en la estación espacial, los astronautas pueden trasladarse a otra nave espacial segura mediante actividades extravehiculares para garantizar la seguridad de los astronautas.