¿Conocerla?
Al ver el silencio de Huo Xin, la princesa Jing suspiró suavemente y dijo en voz baja: "En los últimos ocho años, he escuchado innumerables rumores de que usted dirigió el ejército de la familia Huo a través de las regiones occidentales, abrió territorios y estableció He realizado innumerables hazañas militares, pero me has dado muchas recompensas y excusas para no regresar a la capital. Sé que no quieres ver mi cara así”.
Las cejas de Huo Xin se fruncieron levemente, pero no podía decirle el dolor en su corazón, por lo que solo pudo decir con amargura: "Es mi culpa que Su Alteza resultó herido y merece ser severamente castigado". ¿Puede el Santo darle un poco de tranquilidad a Huo Xin?" La única salida es la gracia del Emperador."
"Pero no te culpo", la princesa Jing interrumpió a Huo Xin con urgencia, "Tú. ¡Me salvó la vida!"
"¡Pero no puedo perdonarme a mí mismo!" Las manos de Huo Xin estaban apretadas con fuerza, e incluso los nudillos se pusieron blancos. Las emociones en su corazón estaban aumentando, y Huo Xin respiró rápidamente, tratando con todas sus fuerzas de calmarse, "Huo Xin solo quiere proteger el territorio aquí, envolver su cuerpo en cuero de caballo y terminar con esta vida".
Resulta que esto es lo que quiere ¿Una vida arreglada? ¿Has pensado siquiera en el final de tu vida? El corazón de la princesa Jing estaba lleno de desolación. Una vez dijo que la protegería y la acompañaría durante toda su vida. ¿Pero qué pasa ahora? ¿Había algún rastro de ella en su supuesta vida?
"Aún no me has preguntado por qué vine a Baicheng". La princesa Jing miró a Huo Xin y dijo. Huo Xin guardó silencio y ni siquiera se atrevió a levantar la cabeza.
“¿No quieres saberlo?” La princesa Jing miró a Huo Xin, quien no se atrevía a levantar la cabeza. Sus cejas ya no tenían el verdor de su juventud. Ocho años de servicio militar y experiencia en el campo de batalla lo hicieron más maduro y comedido. Esas cejas pobladas y esos ojos profundos conmovieron su corazón aún más que antes. "Huo Xin, mírame".
Esas palabras afectuosas eran como una brisa primaveral, agitando el lago en su corazón. Huo Xin apenas pudo resistir y lentamente levantó la cabeza.