Oponerse a algo es la razón de ser de la juventud. El complejo de los cineastas coreanos por el incidente de Gwangju puede verse como el respeto y la reflexión de una nación sobre la verdadera historia. Otro continente al otro lado del mar continúa enterrando sangre y huesos en un intento de borrar esa noche negra. La película es regular, la trama es predecible, la actuación de la heroína no está a la altura y las lágrimas al final podrían haber sido más dramáticas.