Personalmente, siento que la relación entre los ancianos y los niños que se llevan bien, se respetan, se entienden y aún pueden hablar es una buena relación. La diferencia de edad entre los ancianos y los niños es relativamente grande y, por lo general, existe cierta brecha generacional. Por lo tanto, en muchas familias, los ancianos y los niños rara vez se llevan bien. Por eso creo que es muy importante que los mayores y los niños puedan charlar. De hecho, no es necesario que las dos generaciones tengan exactamente las mismas ideas, pero sí deben poder escucharse y entenderse. . Esta es una mejor forma de comunicación.
El respeto también es importante en las relaciones familiares. Una de las razones por las que los ancianos y los niños no se llevan bien es la distancia entre las generaciones mayores y las más jóvenes. Esta sensación de distancia puede asustar fácilmente a muchos niños, especialmente a algunas personas mayores que inconscientemente dependerán de su vejez. Al mismo tiempo, se sentirán mayores y exigirán que sus hijos los escuchen. Esta actitud condescendiente, rígida y seria es muy inadecuada para relaciones familiares armoniosas. Esto no sólo hará que los niños se vuelvan rebeldes y temerosos, sino que también provocará malentendidos innecesarios sobre sus mayores. Por lo tanto, el anciano debe ser un anciano amable y el niño debe ser un niño sensato. Sólo respetándose mutuamente se puede acortar la distancia entre las dos personas.
Además de que los mayores necesitan respetar a sus hijos, los niños también deben aprender a respetar a los mayores. De hecho, en muchas familias, los ancianos adoran a los niños. Muchos niños son la niña de sus ojos y los amores de sus mayores. Esto fácilmente puede hacer que los niños se sientan mimados porque sienten que los están mimando. Por lo tanto, los padres deben enseñar a sus hijos a respetar a los ancianos de la familia y a no cometer actos ilegales confiando en el amor de sus mayores. Además, a los niños se les debe enseñar a respetar y respetar a sus mayores.
Mucha gente dice que la brecha generacional entre ancianos y niños es insalvable, pero no es así. Esto requiere que los ancianos tengan una mente abierta y los niños un corazón comprensivo, para que las dos generaciones puedan entenderse. Al fin y al cabo, el entorno social en el que viven las personas mayores es diferente y, a veces, sus pensamientos son inevitablemente un poco estrechos. Como niños, no podemos despreciarlos, pero debemos explicarles con un corazón comprensivo.