Una composición con el tema de sonidos que tocan el alma.

Los anillos del tiempo pasan silenciosamente dejándonos una serie de pensamientos profundos. A la edad de 15 años, experimenté 15 reencarnaciones de flores floreciendo, cigarras cantando, hojas cayendo y nieve cayendo. En este ciclo de reencarnaciones, yo también estoy creciendo.

 

 

                

 

Hemos escuchado sonidos desde que éramos embriones. El primer llanto cuando nacemos significa el comienzo de una nueva vida. A partir de entonces, lo que escuchamos en nuestros oídos ya no es el sonido que se mueve de los órganos internos de la madre, sino los muchos sonidos del mundo.

 

El mundo es maravilloso gracias a la vida, y la vida es colorida gracias a la vida.

 

Los sonidos pueden ser fuertes o pequeños, fuertes o débiles, elegantes o ruidosos, nítidos o melodiosos. La vida está en todas partes, como por ejemplo: silbidos, gritos...

 

Ahora vayamos a la naturaleza y escuchemos las cosas más bellas, elegantes, encantadoras y encantadoras de la naturaleza. ¡Un sonido embriagador! Al pasar por el arroyo, se puede escuchar el sonido claro del arroyo; al cruzar el arroyo de la montaña, se puede escuchar el canto melodioso de los pájaros en el bosque, se puede escuchar el susurro de los grillos tocando el piano; ..

 

Siéntate, baja y siente la belleza que trae el sonido. Escuche atentamente los sutiles sonidos de las flores al abrirse, el sonido de los pájaros rompiendo sus caparazones, el sonido de los peces haciendo burbujas, el sonido del viento soplando en la playa, el sonido de las olas flotando en el agua... Cuando empieza a lloviznar , El sonido de la lluvia cayendo por el cielo, el sonido de las traviesas gotas de lluvia saltando entre las hojas, el sonido de las gotas de lluvia chapoteando en la primavera...

 

Esto es lo que toca Mi corazón es el más sonoro, el sonido que se origina en la naturaleza, hace que la gente anhele ese tipo de vida, ese tipo de concepción artística, ese tipo de sentimiento despreocupado y desenfrenado. Espiritualmente, es una especie de disfrute de la virtud.

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