Él permanece profundamente en mi memoria, un ensayo de 600 palabras sobre mi abuelo

Siempre tiene una expresión de buen corazón en su rostro, y hay muchos rastros del tiempo en su rostro, como papel blanco arrugado en una bola, y no importa cuánto lo intente, él no puede suavizarlo por completo. Tenía los ojos hundidos profundamente en las órbitas y su mirada era siempre muy penetrante. Algunas cejas son blancas, como si siempre hubiera escarcha en las cejas. Él es mi abuelo.

Era el invierno de 2015 y los familiares regresaron juntos a su ciudad natal. Mi ciudad natal es muy tranquila. Aunque hay gente en la casa, no hay ruido como antes. La tela blanca y tosca envolvía toda la casa, como una enorme jaula, haciendo que todos los que estaban dentro se sintieran deprimidos y quisieran liberarse. Ese ataúd negro es incompatible con este mundo blanco y puro. El retrato del maestro estaba colocado tranquilamente sobre el ataúd. En la foto, estaba sonriendo, amable y despreocupado.

Al mirar sus fotos, el recuerdo volvió al pasado. En ese momento, estaba aprendiendo a andar en bicicleta y mi maestro me sostenía a mi lado y me sujetaba el brazo con fuerza. Siempre se pone nervioso cuando tengo algún pequeño golpe. Cuando quería montar solo, él siempre me seguía de cerca. Tenía miedo de caerme, pero él siempre estuvo detrás de mí, todo el tiempo. Me dio fuerza y ​​me dio la fuerza para nunca retroceder y mirar hacia adelante. Gracias a este poder, todo se vuelve más fácil.

Unos años más tarde, la familia de mi tío se vio en apuros económicos. Para que su hijo pudiera vivir una buena vida, mi abuelo tuvo que trabajar como descargador en una empresa de logística cuando tenía sesenta años. La montaña de mercancías pesaba sobre sus hombros y tenía que cargarla. Es muy terco y fuerte, por muy pesado que sea, tiene que moverlo solo. De esta forma han pasado dos años y su salud empeora día a día. Hasta ese día, colapsé por completo. Las imágenes del rostro pálido del maestro en la sala del hospital y los rostros ansiosos y dolorosos de los familiares fuera de la sala persisten en mi mente.

Hasta ahora el recuerdo que me dejó ha sido borroso, pero la figura testaruda sentada en el umbral fumando un cigarrillo es inolvidable para mí. Realmente lo extraño.