Ayer vi un cortometraje inspirador tailandés. Guliang, de 30 años, le dijo a su familia que había dejado su trabajo y quería ir a Nepal para fotografiar. Sin embargo, sus padres, quienes siempre se lo habían dicho. para afrontar todo con valentía, no estuvo de acuerdo con su elección, al final cargó valientemente su bolso y caminó hacia su elección... El cortometraje no fue largo, solo tres minutos, pero después de verlo, me hizo sentir mucho. Yo tenía muchos sueños y quería hacerlo. Hay muchas cosas que hacer, pero ninguno tiene el coraje de hacerlas. Parece que están acostumbrados a seguir los pasos del público, consolándose. ¡Este aburrimiento, la vida es así! Pero, ¿puede realmente la vida ser así? En realidad, no parece ser el caso. Hay muchas opciones que podemos tomar, la cuestión es simplemente si tenemos el coraje de tomarlas.
A los 30 años, el ritmo normal de la gente parece ser el de casarse y tener hijos. Los que no siguen este ritmo son como extraterrestres a los ojos de familiares y amigos. Siempre tienen que hacerlo. Enfrenta todo tipo de rumores, de hecho, simplemente no lo abordan. ¿Qué importa si conoces a la persona adecuada en el momento adecuado? Siempre sucederá que te conviertes en un extraterrestre a los ojos de los demás y te conviertes en el objeto de preocupación de todos. Después de entender esto, cuando los amigos se reúnen, aprenden a no preguntar si sus amigos están enamorados, cuándo se casarán, etc. El problema es que cada uno tiene su propio ritmo de vida. No es necesario seguir el mismo ritmo mientras vivas una vida satisfactoria y cómoda. A la edad de 30 años, los ojos de la gente corriente deberían estar puestos en el trabajo, la vida, el matrimonio, el cuidado de los niños, etc. Estoy viviendo una vida normal a los ojos de la gente corriente. Quiero dimitir, pero también entiendo la presión que afrontaré cuando lo haga. Lo digo. Estoy acostumbrado a enterrar mi cabeza en el mundo mortal como un avestruz, no importa las vueltas que tenga mi corazón, no me importa, no me importa, no quiero... De hecho, simplemente perdí el coraje para cambiar, estoy acostumbrado a vivir una vida habitual, tengo miedo al cambio e incluso rechazo los cambios desconocidos, usando el mundo secular como excusa para la pereza. ¡Así que no tengas miedo y afrontalo con valentía! Sólo tienes 30 años y todavía te queda un largo camino por recorrer en la vida. ¡Haz lo que quieras!