Hace unos días vi en casa una película llamada "Speed Snail". Esta película cuenta principalmente la conmovedora historia de un pequeño caracol, Tebo, que nunca se rinde para hacer realidad su sueño. Tebo es un caracol de jardín. Ha tenido la velocidad de un coche de carreras desde que era un niño. Sin embargo, por mucho que Tebo lo intente, no puede alcanzar esa velocidad. Por casualidad, Tebo estaba involucrado en el motor de un auto de carreras, lo que le dio la velocidad del rayo y todo el rendimiento de un auto de carreras. Podía tocar música cuando le tocaban los ojos, y cuando miraba fijamente, sus ojos brillaban y se convertían en un auto. luces... Usó estas funciones mágicas para salvar a su hermano y fue llevado a la Plaza de las Estrellas por un hombre. Este hombre cambió la vida de Tebo. Descubrió la velocidad del rayo de Turbine y la introdujo en las carreras mundiales. No se inmutó ante oponentes poderosos y ganó el campeonato mundial de carreras de un solo golpe. En la película, un conductor talentoso también dijo algo, no importa cuán grande sea un sueño, nadie es demasiado pequeño, no importa cuán pequeño sea un cazador de sueños, es perfecto ponérselo a un caracol. Los caracoles y la velocidad, una carrocería pequeña y un coche de carreras alto, parecen algo posible pero inalcanzable, pero se hace realidad para el pequeño caracol.
No importa que los humanos seamos más grandes que los caracoles, aun así tenemos que no inmutarnos cuando nos encontramos en peligro para poder obtener la victoria final.