Persépolis bien merece ser llamada la capital "oficial" de la dinastía aqueménida. En invierno, la capital administrativa se trasladaba a Susa y en verano a Ecbatana. Persépolis fue construida especialmente para celebrar festivales y actividades rituales. Cada primavera, cuando se celebraba el Año Nuevo, el rey y sus cortesanos se reunían en Persépolis para recibir tributo de sus súbditos.
El tesoro de Persépolis guarda una gran cantidad de tesoros. Joyas de extraordinaria belleza, obras de arte de valor incalculable y muchos otros tributos: todo esto llenaba el tesoro de los gobernantes persas. Por lo tanto, el historiador griego Teodoro escribió que cuando los aqueménidas invadieron Egipto, saquearon del palacio del faraón innumerables artículos de marfil de valor incalculable, vajillas de oro y plata, estatuas de Isis y otros dioses del antiguo Egipto, y exquisitos jarrones de alabastro. Muchos de ellos pasaron a ser propiedad de los reyes persas y se conservaron en Persépolis. Incluso hay copas del rey hitita y del rey asirio Ashurbanipal.