1. Temperatura: A Phoenix le gusta el calor, concretamente entre quince y veintiocho grados. En un ambiente muy cálido y húmedo, no es propicio para su crecimiento y también será susceptible a algunas enfermedades. Por eso, intenta ventilar y regular la temperatura en verano. Además, también debes protegerte del frío en invierno, y la temperatura mínima no debe ser inferior a los dos grados.
2. Luz: Phoenix es una especie amante de la luz. La buena luz solar hará que la planta se vea mejor y evitará que se vuelva demasiado larga. Sin embargo, también tiene más miedo a la exposición al sol. Por eso, en verano lo mejor es proporcionar sombra para evitar quemaduras solares.
3. Riego: Phoenix tiene mucho miedo al encharcamiento. Su sistema radicular es propenso a pudrirse cuando hay mucha agua. En general, el periodo de crecimiento requiere más agua, normalmente dos o tres veces por semana. Cuando el invierno sea muy frío, procura no regar demasiado, sólo una o dos veces por semana.
4. Abonado: Necesita abono, pero no en exceso. Pero una vez al mes lo principal que se utiliza es fertilizante líquido.